viernes, 16 de julio de 2021

Reseña literaria: El ruido del tiempo

 

Ficha bibliográfica




Título: El ruido del tiempo
Título original: The noise of time
Autor(a): Julian Barnes
Nacionalidad: Británica
Editorial: Anagrama
Fecha de publicación: 2016
Saga: No
Páginas: 208
Género: Novela




Sinopsis de la editorial

 

El 26 de enero de 1936 el todopoderoso Iósif Stalin asiste a una representación de Lady Macbeth de Mtsensk de Dmitri Shostakóvich en el Bolshoi de Moscú. Lo hace desde el palco reservado al gobierno y oculto tras una cortinilla. El compositor sabe que está allí y se muestra intranquilo. Dos días después aparece en Pravda un demoledor editorial que lo acusa de desviacionista y decadente. Un editorial aprobado o acaso escrito de su puño y letra por el propio Stalin.

 Son los años del Gran Terror, y el músico sabe que una acusación como ésa puede significar la deportación a Siberia o directamente la muerte. Pero Shostakóvich sobrevive, compondrá música heroica y patriótica durante la Segunda Guerra Mundial y el régimen comunista lo enviará como uno de sus representantes al Congreso Cultural y Científico por la Paz Mundial en Nueva York, donde repetirá, sin salirse jamás del guión, aquello que le dictan los comisarios políticos.

La historia de Shostakóvich y Stalin es un ejemplo particularmente desolador de las relaciones entre el arte y el poder. Uno de los más grandes compositores del siglo XX adaptó su arte a la estética oficial, abjuró de amigos y maestros, se postró ante el dictador para sobrevivir en un periodo en el que sus conocidos caían como moscas. Él salvó el pellejo y, ya muerto Stalin, acabó consagrado como uno de los grandes creadores soviéticos, pero por el camino dejó una parte de su alma, de su dignidad y de su ambición artística.

En esta breve novela, tan hermosa como terrible, Julian Barnes reconstruye la vida del músico –los recuerdos de su infancia y su convulsa vida íntima, las relaciones con sus esposas, sus amantes y su hija–, pero sobre todo aborda las dolorosas decisiones que tuvo que tomar en unos momentos históricos sombríos, e indaga en el miedo y la culpa, en la dificultad de comportarse con honestidad en tiempos de barbarie, y en la difícil supervivencia del arte en esos años aciagos.

 

Opinión personal (sin spoilers)

 

Un día, hablando con mi madre de nuestras novelas favoritas (en plural, porque escoger solo una me parece completamente imposible), me sorprendió con este título. Ella es muy aficionada a las novelas de escritores británicos contemporáneos, como Ian McEwan o Julian Barnes. Expiación, del primero, sigue siendo una de mis novelas predilectas; del segundo, entonces, yo solo había leído El sentido de un final. Me gustó mucho, así que fui a buscar inmediatamente El ruido del tiempo en inglés a la biblioteca y lo devoré en un par de días.


No tengo tiempo para escribir sobre todo lo que leo en este blog, ni de lejos, así que, dado que esta novela ha pasado el filtro de mi ocupada agenda, podéis imaginar cuánto me gustó. 


La historia se repetía: la primera vez como una farsa, la segunda como una tragedia.

 

Siempre he sentido una cierta debilidad por las novelas que se basan en hechos reales, e incluso que contienen explícitamente material biográfico. En este caso me parece que no podríamos calificar la novela de biografía, a pesar de la minuciosa investigación que seguro que llevó a cabo el autor. El estilo es fuertemente literario y ficcionado y el discurso de Barnes sugiere que la historia no justifica del todo el libro, sino que, más allá de su propio interés, funciona como una excusa para abordar temas universales. En la novela encontramos digresiones sobre el miedo, el dolor, el poder, la dificultad de otorgar responsabilidad moral, la infiabilidad de la memoria y el lugar que ocupa el arte en la sociedad. 
 
El arte pertenece a todo el mundo y a nadie. El arte pertenece a todas las épocas y a ninguna. El arte pertenece a quienes lo crean y a quienes lo disfrutan. El arte no pertenece más al pueblo y al Partido de lo que perteneció en otro tiempo a la aristocracia y a los mecenas. (...) El arte es el susurro de la historia que se oye por encima del ruido del tiempo.
 
De todos modos, por supuesto, la trama está basada en hechos reales. Este es un ejemplo de cómo, a veces, la realidad supera la ficción. La historia de la Rúsia soviética parece sacada de un thriller de Hollywood. Es muy interesante conocer cómo vivía la gente, y en particular los artistas, bajo el yugo de la URSS. Podríamos decir que, ya de base, Barnes partía de una historia sensacional incluso antes de empezar a escribir.

En lo sucesivo sólo habría dos clases de compositores: los que estaban vivos y asustados y los que estaban muertos. 
 
Barnes es genial contando historias. Es delicado, lírico y un punto irónico. A veces es muy cercano y otras es distante: bien puede escribir sobre salchichas como reflexionar sobre la conciencia. En su relato se entremezcla lo claro y detallado y también todo aquello que no se ve. De hecho, es quizá más sublime por todo lo que deliberadamente no cuenta. Lo que es más: no es solo lo que dice, es cómo lo dice. Para contarte cómo es un lago empieza por describir todos los ríos que mueren en él, y la nube que se refleja en su superficie, y el viento que arrastra las hojas de los árboles de su alrededor hasta el pueblo más cercano. Y mientras te dejas arrullar por la magia de ese desvío te das cuenta de que no hay mejor manera de llegar a las aguas tranquilas que esta.
 
Pero no era fácil ser un cobarde. Ser un héroe era mucho más fácil que ser un cobarde. Para ser un héroe sólo tenías que ser valiente un momento: cuando sacabas la pistola, lanzabas la bomba, apretabas el detonador, matabas al tirano y también a ti con él. Pero ser un cobarde era embarcarse en una carrera que duraba toda la vida. Nunca podías relajarte. Tenías que prever la próxima vez que tendrías que disculparte, titubear, achantarte, volver a familiarizarte con el sabor de las botas de caucho y el estado de tu propio personaje caído, abyecto. Ser un cobarde requería obstinación, perseverancia, una negativa a cambiar, lo cual, en cierto modo, constituía una especie de valentía. 
 
Hay libros que, cuando los terminas, te dan la sensación de ser perfectos. Como el violín que, o eso dicen, es un instrumento inmejorable. El ruido del tiempo, en mi opinión, es uno de los violines de la literatura. Os puede interesar más o menos el momento histórico que narra, podéis sentiros más o menos interpelados por los temas que trata... pero Barnes publicó exactamente lo que quería publicar. Y lo escribió muy, muy bien.



¡Hasta otra, biblioviajeros!

1 comentario:

  1. ¡Holaaaa!

    Que reseña más preciosa te ha quedado, enhorabuena.
    Ni que decir tiene que me has convencido totalmente para leerlo, no sólo por el estilo del autor que tiene pinta de ser un maestro, sino por la historia en sí. Como dices, la realidad muchas veces supera a la ficción y la URSS es un ejemplo de ello. En fin, me parece super interesante ver esta relación entre arte y poder, la vida de este artista que tiene que doblegarse para poder sobrevivir. Creo que es un tema suuuper interesante y que como dices, da lugar a muchas reflexiones universales. Me lo llevo anotadísimo.

    ¡besos!

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